Discursos de Sai Baba

Aham Brahmasmi (27 de mayo de 1992)

¡Estudiantes! Ustedes no son ni pecadores ni personas de mérito. No son buscadores del placer ni tampoco yogis. No son ni Mantra ni Yantra ni Tantra. No están comprometidos con la acción ni con el disfrute. ¿Quiénes son, entonces? “Satchidhananda svarupam Shivoham, Shivoham”. Ustedes son para siempre la encarnación de la auspiciosidad. Sai Lila (quien habló antes) les recordó acerca de Sarvadhevata svarupam (todas las deidades que aparecen en una forma). No existen esas deidades.

 

La forma combinada de todos los seres humanos representa la forma unificada de todas las deidades. Los Vedas declaran:

 

“Sahasra Shirsha Purushah Sahasraksha Sahasrapadh” (“El Señor tiene innumerables cabezas, ojos y pies”).

 

Ustedes son lo que son, y no otra persona. Ya sea un mendigo o un millonario, un pandit o un ignorante, un niño o un anciano, un hombre o una mujer, cuando se presentan, todos usan la palabra “Yo”, “Yo”, “Yo” (Nenu, en telugu). Si las aves y los animales pudieran hablar, ellos se describirían a sí mismos así: “Yo soy un gato, yo soy un mono, yo soy un perro”, y demás. Así, el “Yo” se encuentra en todas partes. El cosmos está basado en la conciencia del “Yo”. “Yo” no es solo la base, es la misma forma del cosmos.

 

¿Dónde se ha originado este “Yo”? De hecho, no tiene origen. Es un principio que existe en todos los seres, en todos los tiempos.

 

“Yo” es la encarnación del Atma Si analizamos el mundo fenoménico, podemos ver que términos como “tú”, “él” y “nosotros” llegaron a existir solo después del vocablo “Yo”. ¿Qué es este “Yo”? Es la encarnación del Atma.

 

¿Dónde mora el Atma? Lo penetra todo. Los Shrutis han descripto al Atma que lo penetra todo como hridhaya. Hrid + dhaya es hridhaya. Dhaya significa compasión. Aquello que es la encarnación de la compasión es hridhaya. Por lo tanto, el término “Yo” se refiere a aquello que está lleno de compasión.

 

Si se le pregunta a un estudiante “¿Quién eres tú?”, quizás él responda: “Yo soy Rangayya o Ramayya”. Si le preguntan “¿Cuándo llegaste?”, él responderá: “Llegué el 20 de mayo para el Curso de Verano”. ¿Qué es lo que ha llegado? El cuerpo. Es con relación al cuerpo que el estudiante dice que llegó el 20. Aquí la respuesta está basada en la identificación de sí mismo con el cuerpo. Al día siguiente, el mismo estudiante dice “Siento un malestar en el estómago”. Cuando él dice “el estómago”, hay una distinción obvia entre él y el estómago. Cuando uno dice “mi mano”, “mi cabeza”, “mi vientre”, “mi pierna”, y demás, obviamente se considera diferente de estos órganos. Cuando uno dice “Ésta es mi toalla”, piensa que la toalla está separada del dueño.

 

Así, surge naturalmente la pregunta “¿Quién eres tú?”. Esta pregunta ha de ser analizada con profundidad. Uno se separa a sí mismo de todos los objetos físicos. El cosmos entero está formado por dos elementos: “Esto” y “Yo”. “Esto” se refiere a lo que es visto (Dhrisyam). “Yo” es el que ve. Decimos “esto es una mesa”, “esto es un auditorio”. No podemos referirnos a ningún objeto sin usar primero la palabra “esto”. Al usar la palabra “esto”, queda claro cuál es el objeto particular al que se hace referencia.

 

No existe “lo visto” sin “el que ve” Aquello que se ve es percibido solo porque hay alguien que ve. Si no hay alguien que ve, no hay objeto visto. La gente dice que los ojos ven. Sin embargo, ¿cómo pueden ver los ojos? No son los ojos los que ven. Hay algo más básico. Por ejemplo, cuando un foco emite luz, no es el foco el que ilumina, sino la corriente que hace que el foco emita luz. Del mismo modo, todos los objetos presentes en el mundo son perceptibles y puestos de manifiesto por el que percibe.

 

Así, el principio del “Yo” lo penetra todo. Las personas se pueden llamar a sí mismas por diferentes nombres, pero lo que es común a todas ellas es el concepto del “Yo”. La primera palabra en el universo fue “Yo”. Aham (“Yo”) es el primer nombre del Señor. “Aham Brahmasmi”. Aham viene primero, y Brahma, después. Esto significa que Aham es el nombre del Señor. Por lo tanto, en todos, el término “Yo” está siempre presente.

 

La creación proclama la voluntad de Dios. Todos los seres de la creación son imágenes de la Divinidad. El advenimiento del hombre tiene el propósito de proclamar al mundo la gloria del Creador. El hombre es la imagen del Creador. El “Yo” indica la unidad del hombre y el Creador. Por ende, es preciso explorar la naturaleza del “Yo”. Los deseos físicos se vuelven barreras para el descubrimiento de la verdadera naturaleza del “Yo”.

 

Las nubes, que han sido causadas por el Sol, ocultan a éste de la vista. ¿Cómo veremos el Sol, entonces? Sabemos que el Sol está allí, pero no es visible porque está cubierto por nubes.

 

Cuando sopla el viento, las nubes se disipan y el Sol vuelve a verse. El fuego en un trozo de carbón encendido no es visible cuando está cubierto de cenizas, porque las cenizas, que surgieron del fuego, han cubierto el carbón. Para ver el fuego, tenemos que quitar las cenizas.

 

Eliminen el Anatma para permitir que brille el Atma Hoy el hombre realiza diversos ejercicios espirituales. Éstos son de nueve clases: escuchar las alabanzas de Dios, cantar las glorias de Dios, recordar el nombre del Señor, adorar los pies del Señor, servicio al Señor, postración, adorar el ídolo del Señor, cultivar amistad con el Señor y entrega completa del ser al Señor. Las personas creen que estas nueve formas de devoción tienen el propósito de realizar el Atma. Esto es un error. El objetivo de estas formas de adoración es eliminar el Anatma (aquello que no es el Atma). Cuando se elimina el Anatma, el Atma brilla por sí misma, así como el carbón encendido se ve cuando se quitan las cenizas y el sol se percibe cuando las nubes se alejan. El Atma es omnipresente. Solo si se la confina a un lugar, tendrán que buscarla. No obstante, el Atma está presente en todas partes. Cuando quieren experimentarla, tienen que librarse del Anatma que la envuelve.

 

¿Qué son Atma y Anatma? En realidad, no existe algo así como Anatma. Anatma es meramente la incapacidad de percibir al Atma. Por ejemplo, he aquí una luz que brilla. Mientras la luz brille, ustedes no tendrán oscuridad. Cuando apagan la luz, hay oscuridad. ¿De dónde provino la oscuridad? No vino de ninguna parte. La simple ausencia de luz produjo la oscuridad.

 

Cuando hay luz, la oscuridad se va. Por lo tanto, la oscuridad es simplemente la ausencia de luz. Mientras uno no experimente Atmabhava, estará inmerso en Anatma. Cuando se experimenta el Atma, el sentimiento de Anatma desaparece.

 

La mente aleja a los hombres del Atma Como el hombre ha perdido la visión del Atma, se halla atrapado en el Anatma Bhava (los caprichos de la mente). Esto es como depender de la luz de la Luna cuando el Sol no brilla. Al olvidar la refulgencia del Sol (el Atma), el hombre depende de la mente, que es como la Luna que refleja la luz del Sol. Todas las prácticas espirituales que hoy realiza la gente están relacionadas solo con la mente. Esto es incorrecto. Al seguir ciegamente ciertas prácticas de transición, las personas han sucumbido a la falta de paz.

 

Los ejercicios espirituales no deben realizarse mentalmente.

 

La mente es como el ladrón, de quien no se puede esperar que atrape a otro ladrón. La mente, en lugar de buscar al Atma, se interesa en otras cosas. Aleja al hombre del Atma y lo envuelve en los placeres ilusorios del mundo. Por lo tanto, los ejercicios espirituales basados en la mente no pueden sacar al hombre de la oscuridad de la ignorancia. Cuando el Atma sea experimentada, la mente dejará de existir.

 

Cuando la mente está ausente, no hay necesidad de controlarla.

 

Una vez que se experimenta el Atma, el control mental se vuelve superfluo. Es como la luz de la luna que se desvanece en presencia de la luz del sol.

 

Por lo tanto, lo que los hombres deben procurar adquirir es Atmaanandam (la bienaventuranza del Atma), no el placer de la mente, el cuerpo o los sentidos. Todas estas formas de felicidad son transitorias.

 

El modo de experimentar el Atma Si el hombre indaga seriamente en la naturaleza del “Yo”, su indagación lo conducirá a la experiencia del Atma. Esto puede ilustrarse con un episodio del Bhagavata. Uno de los juegos de Krishna consistía en entrar a hurtadillas en las casas de las Gopikas y dar vuelta las vasijas que contenían leche y cuajada. Las Gopikas, preocupadas por las travesuras de Krishna, hacían grandes esfuerzos por atraparlo con las manos en la masa.

 

Krishna era un ladrón escurridizo. Por lo tanto, una Gopika pensó que el único modo de atraparlo era orarle a Él. Las Gopikas comenzaron a orarle a Krishna. “Oh, Krishna, no nos es posible atraparte. Tú eres más sutil que el átomo y más vasto que lo más vasto en el mundo. Tú saturas a cada ser de la creación. ¿Cómo podemos comprenderte?”. Como resultado de la plegaria, les fue mostrada a las Gopikas la forma de atraparlo. Krishna derramó la leche de la vasija, lavó Sus pies con ella y salió corriendo de la casa. Las Gopikas siguieron las huellas de Krishna y lo atraparon.

 

El significado simbólico de este episodio es que la Divinidad puede ser experimentada solo cuando el devoto se aferra a los pies del Señor. Ésta es la enseñanza del Bhagavata.

 

Cuando uno indaga en la naturaleza del “Yo”, descubre que el “Yo” es la entidad omnipresente en cada ser viviente. Ésta es la verdad que expresa la declaración Védica “Aham Brahmasmi” (“Yo soy el Ser Supremo”). Algunas personas pueden preguntarse si es suficiente meditar en “Aham Brahmasmi”. Se puede hacer, pero cuando uno medita en esa declaración, tiene que comenzar con la comprensión del “Yo”; luego comprenderá a Brahmán.

 

Órenle a Dios diciendo: “Yo soy Tú y Tú eres yo” Hay una plegaria dirigida a Dios en la que a Dios se lo describe como madre, padre, hermano, amigo y todo lo demás. Ésta no es la forma correcta de adorar a Dios. Este tipo de plegaria ata al hombre a las relaciones mundanas. En lugar de mencionar estas múltiples relaciones, una manera más simple de describir la relación entre el hombre y Dios es decir: “Yo soy Tú y Tú eres yo”.

 

La divinidad inherente en el hombre deber considerarse una sola y no muchas. Toda la variedad de nombres y formas que uno percibe son creaciones de la mente y están destinadas a desaparecer.

 

Si ustedes y la Divinidad son uno, ¿qué necesidad hay de buscar a Dios? Solo un tonto va en busca de sí mismo.

 

En lugar de recurrir a todas las formas de meditación, es más simple y fácil profundizar en la única idea de que ustedes y Dios son uno. Sin embargo, este proceso de identificación no debería ser un ejercicio artificial. Debe surgir del corazón. Al declarar “Yo soy Dios”, deben expresar una experiencia genuina y profunda.

 

Deben sentir que Dios no está separado de ustedes. Si en lugar de eso repiten meramente “Yo soy Dios, yo soy Dios”, según lo que Swami les ha dicho, estarán realizando un ejercicio tonto.

 

Dios debe ser comprendido mediante una indagación seria y una profunda experiencia interna. No obstante, hay que tomar conciencia de que, mientras uno viva en este mundo fenoménico y tenga que cumplir deberes mundanos, no es fácil expresar esta unidad con Dios. Será un proceso gradual por el cual se alcance la divinización de la vida.

 

Libérense de la identificación con el cuerpo Tienen que comprender que hay dos elementos en un ser humano:

 

uno es el Atma, y el otro es Anatma (uno es el Morador Interno en el cuerpo y el otro es el cuerpo). Uno es el Kshetra (el campo), y el otro es Kshetrajna (el Conocedor del campo). Como en una moledora, una piedra está firme e inamovible, mientras que la otra puede moverse; solo cuando ambas se combinan, puede realizarse algo.

 

El cuerpo debe considerarse un instrumento. Solo entonces uno se podrá librar gradualmente de la identificación con el cuerpo. El hombre está aumentando permanentemente los apegos relacionados con el cuerpo. Debido a estos apegos e ilusiones, el principio del ego se infla. A medida que crece el sentido del ego, las aspiraciones espirituales se debilitan. Sin embargo, el Espíritu no puede declinar. Lo que ocurre es que se desvanece la visión del Espíritu (el Atma). Esto implica que debe realizarse un esfuerzo constante por controlar los impulsos del cuerpo.

 

La Divinidad es solo una. Los nombres que recibe Dios –como Rama y Krishna– no son tan importantes. El nacimiento es un incidente, como darle un nombre a alguien que nace. La vida misma es un interludio. Sin embargo, en este interludio artificial de la vida hay un principio Átmico eterno. Se lo debe convertir en la base de la vida. Solo entonces puede comprenderse la Realidad.

 

Cualesquiera sean los libros que lean o los discursos que escuchen, todo esto es una simple sobrecarga mental si no lo practican. ¿Qué dulzura pueden experimentar si solo leen la descripción de diversas preparaciones dulces? Sin embargo, cuando las comen, experimentan su dulzura inmediatamente.

 

Hay una enorme diferencia entre la bienaventuranza que se experimenta directamente y la bienaventuranza que es comprendida intelectualmente a través del estudio de libros. Por lo tanto, el primer paso es comenzar a practicar lo que aprenden. Su fe debe traducirse en acción.

 

Vivan la vida de un ser humano ¡Estudiantes! Ustedes pueden aprobar los exámenes estudiando libros. Después de eso, quizás encuentren un empleo en el que no les sirva todo lo que han estudiado. Deben asegurarse de que haya una estrecha relación entre lo que han estudiado y la vida que lleven. Debe haber armonía entre el conocimiento que adquieren y sus palabras y acciones. Solo cuando existe esta triple unidad pueden ustedes llevar la vida de un ser humano.

 

Hoy rara vez se encuentra entre los hombres esta unidad en cuanto a pensamiento, palabra y acción. ¡Estudiantes! Tomen conciencia del carácter supremamente sagrado de la vida humana.

 

Es mejor vivir la vida breve pero gloriosa de un cisne que la vida larga de un cuervo. No se dejen llevar por los impulsos siempre cambiantes de la mente. Usen su discernimiento para decidir qué deben hacer. Analicen si lo que quieren hacer es correcto o incorrecto y déjense guiar por el intelecto. Jamás actúen por el impulso del momento.

 

Deben reconocer a la Divinidad que está presente en todos los seres. Los Upanishads declaran: “Ishavasyam Idham Sarvam” (“Todo esto está saturado por la Divinidad”). La Divinidad es una, aunque es llamada con diferentes nombres. Hay cierta base para las diferencias en los nombres. La misma persona puede recibir diferentes nombres según las funciones que desempeña.

 

La idea de la entrega total a Dios La gente tiende a culpar a Dios por sus dificultades, diciendo que, aunque se han entregado a Dios, sus problemas no han terminado. Éste es un mal uso de la idea de la entrega. Si uno se ha entregado realmente a Dios, no debería preocuparse por lo que le ocurra. El sentimiento de separación entre uno mismo y Dios debería desaparecer. Mientras el sentimiento de separación exista, la Divinidad no podrá ser realizada. Brahmán significa aquello que es infinito. Por lo tanto, la Divinidad ha de ser experimentada en todas las formas.

 

En cualquier forma en que se adore a la Divinidad, la ofrenda llega a la Divinidad. En el estado de sueño profundo, uno no es consciente de los nombres, las formas, la posición o cualquier otra cosa. También se lo describe como el estado de Samadhi.

 

En ese estado, los nombres y las formas no existen. No hay conciencia de las diferencias. No hay sentimiento de amor u odio. No hay gustos ni aversiones. Samadhi no es un estado de inconsciencia. Es un estado trascendental, en el que todas las diferencias han cesado. Este estado se alcanza cuando la mente se funde en el Atma.

 

No olviden su divinidad inherente ¡Estudiantes! En las diferentes formas y nombres, ustedes son como los distintos actores en un escenario. Mientras tengan que desempeñar un papel, tienen que actuar según el papel que les ha sido asignado. Sin embargo, no deben olvidar su verdadero ser Átmico. Cualquiera sea el papel que tengan, su ser Átmico permanece inmutable. Jamás deben olvidar su divinidad inherente.

 

Hoy muchos padres son responsables por permitir que sus hijos tomen por mal camino. Los estudiantes deberían recordar que, incluso si los padres les aconsejan no recorrer la senda espiritual, ellos tienen derecho a actuar contra los consejos de sus padres. Cuando un padre se interpone entre un hijo y su devoción a Dios, el hijo es libre de desobedecer al padre. En cuestiones mundanas, el hijo puede seguir los consejos del padre.

 

Sin embargo, con respecto a la relación con Dios, ustedes deben seguir su propio rumbo. En el momento del matrimonio, se ordena al novio y a la novia que actúen juntos en cuestiones relativas a la conducta moral, los intereses materiales y los deseos mundanos: Dharmecha, Artecha y Kamecha. Sin embargo, con respecto a Moksha, a alcanzar la salvación, cada uno debe seguir su propia senda. Esto significa que en el campo espiritual no deben temer a nadie.

 

Cuando el Rana cerró con llave el Mandir de Krishna para impedir que Mira entrara, Tulasidas le informó a Mira que, en la búsqueda de Dios, ella no estaba obligada a obedecer las órdenes de su esposo. En el caso de Vibhishana, él eligió renunciar a su hermano mayor, Ravana, cuando este último se opuso a la devoción de Vibhishana hacia Rama. Bharata no permitió que los deseos de su madre se interpusieran en el camino de su devoción y lealtad hacia Rama. El emperador Bali hizo caso omiso del consejo de su preceptor, Sukracharya, cuando éste objetó que Bali cumpliera su promesa al Señor.

 

La lección que ha de extraerse de todos estos episodios es que Dios está por encima de todos los demás. El padre, la madre, el hermano, el maestro y otros están muy por debajo de Dios. Todas esas relaciones son temporarias y transitorias. Solo la relación entre el hombre y Dios es permanente e inmutable.

 

La fe en Dios debe ser firme y no ha de vacilar jamás.

 

Deben adquirir firmeza mental. Cuando una persona tiene una mente vacilante, es peor que un mono.

 

Discurso pronunciado en Brindavan, el 27-5-1992.

 

La codicia surge por el apego a los sentidos y por querer complacerlos. Pónganlos en el lugar apropiado; ellos son ventanas para el conocimiento, no canales de contaminación.

 

BABA


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